Tras una semana de ausencia, escribo esta nueva entrada de Contra las cuerdas con el corazón algo encogido. Se ha cerrado una etapa en mi vida, el final de un capítulo, y toca escribir uno nuevo. ¿Seré capaz de ello? Son dudas que surgen cuando pasan estas situaciones, la incertidumbre siempre acecha, pero hay que luchar por el cambio porqué, si se mantiene la razón, será a mejor.
La voz de su generación (irlandesa)
Lo que tengo claro es que estas últimas semanas han servido para, entre otras cosas, “reenamorarse de las aficiones”: Estoy escalando más que nunca, me alimento mejor, paso menos tiempo con el móvil al lado y, sobretodo, estoy volviendo a disfrutar con la lectura como hacía MESES que no me pasaba (tengo que ponerlo en mayúscula y negrita como buen fan del drama). Entre mis lecturas actuales se encuentra Intermezzo, la última novela de Sally Rooney, autora a la cual descubrí gracias a su novela previa, Donde estás mundo bello. Quizá se caiga en el error de que Rooney escribe drama o romance, pero no. Realmente lo que hace es un análisis sesudo de cómo actúa y cómo piensa la generación millennial, ya sea hombre o mujer. Intermezzo es un nuevo ejemplo de esto, una novela protagonizada por dos hermanos (uno precario, pero muy sociable; el otro introvertido, pero ajedrecista de éxito) los días posteriores a la muerte de su padre. En sus páginas se puede apreciar como ambos tratan de hacer lo correcto en sus vidas, a la vez que caen en errores e inseguridades en base a lo que se espera de ellos.
La obra de Rooney es comentada de forma muy acertada en uno de mis podcasts favoritos: Choquejuergas, presentado por los periodistas culturales y divulgadores Marta Trivi y Alberto Corona. En su último programa, que enlazo abajo, se reflexiona sobre los cuatro libros de la escritora irlandesa (Conversaciones entre amigos, Gente normal, Donde estás mundo bello y el propio Intermezzo) con mucho tino. Os ánimo a darle una escucha y ver si os ánima a conocer las obras de una autora considerada como “la voz de su generación”.
La belleza de los mundos
Recientemente he decidido retomar una tarea pendiente: Completar The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom para la Switch. Pensé que era un buen momento, sobretodo tras tener claro que no me haré con la Switch 2 en base a sus precios excesivos. La verdad ha sido un acierto y un gustazo volver a la enorme Hyrule, especialmente por la reacción que me ha causado ver todos esos colores.
Un mundo bien diseñado y colorido es todo un acierto dependiendo del título. Obviamente no le vas a pedir eso a un Fallout (aunque la cuarta entrega ya pecaba de “colorida” respecto a sus predecesores), pero es preferible a, por ejemplo, el sobrio y horrible rediseño que ha sufrido el inminente remaster de The Elder Scrolls IV: Oblivion y que me ha quitado las ganas de jugarlo.
Cuando comencé con Tears of the Kingdom, me tiraba para atrás inicialmente su continuismo respecto a su precuela, The Legend of Zelda: Breath of the Wild, pero ahora, tras años sin tocarlo, ha sido un placer reencontrarse con el rico mundo de la aventura de Link. Más que dejarme llevar por la trama principal, estoy disfrutando de recorrer Hyrule y redescubrir sus secretos. Y ojalá dure por mucho tiempo, ya que lo he retomado con ganas. Cada mazmorra, cada santuario, cada incursión en el subsuelo y en el cielo reserva una nueva sorpresa digna de esta gran odisea. Y es que Nintendo es capaz de sorprender con los videojuegos tanto como el primer día.
Pero en las viñetas también nos podemos encontrar con universos coloridos y fascinantes. Es el caso del cosmos de Void Rivals: Rivales del vacio (editada en nuestro país por Moztros). Robert Kirkman, creador de los fenómenos Invencible y The Walking Dead, nos trae una epopeya espacial-romántica en compañía del dibujante Lorenzo De Felici, con el cual ya colaboró en Oblivion Song. Un soldado y una guerrera pertenecientes a dos especies antagónicas tendrán que cooperar para sobrevivir a una persecución interplanetaria en esta colección, ambientada en el mismo universo de franquicias tan populares como Transformers o G.I. Joe.
Void Rivals: Rivales del vacio ha sido una sorpresa muy agradable. Un título bien escrito y dibujado que me transportó a la infancia, cuando mi hermano ponía esos VHS de los Transformers que tanto le gustaban. El dibujo de De Felici hace que quieras contemplar cada página una y otra vez durante varios minutos. Hasta el momento en España se han publicado dos tomos recopilatorios en tapa blanda y, si queréis leer una buena historia de ciencia ficción, esta es una opción a tener en cuenta.
La futilidad
Últimamente tengo la sensación de que 2025 está transcurriendo demasiado rápido. Estamos ya a mediados de abril y me parece que enero fue ayer mismo. Han pasado parte de las navidades, carnavales, Semana Santa… He celebrado, he sufrido, he viajado… Demasiadas cosas y demasiado rápido. A veces, sorprendentemente, le doy vueltas a un acontecimiento fuera de mi control.
Hace dos semanas, fui a ver un partido del Depor al Estadio de Riazor, aquí en A Coruña. Tengo tendencia a subestimar el crecimiento de socios del equipo en el último año, desde su ascenso a Segunda División, así que tiendo a encontrarme que casi todos los parkings cercanos al campo están completos y no tengo otra que dejar el coche más lejos todavía. En este caso fue en un polígono a unos 20 minutos. Tras el partido y una agradable cena con algunos de mis mejores amigos fui a por mi coche con la intención de irme a dormir. Eran las 23:30 h. de un domingo. Ya iba tocando.
Los polígonos industriales son un nido de muchísima actividad y tráfico durante la semana. En un finde y especialmente por la noche… más bien lo contrario. Varios minutos después de coger el coche, noto que el coche del carril izquierdo va a mi mismo ritmo lateralmente hablando: Ni más deprisa, ni más despacio, va completamente a mi ritmo.
Acabamos llegando a un semáforo. Miro un momento a mi izquierda sorprendido. Veo que el conductor, ataviado con gafas de sol en plena noche y un gorro, me está mirando fijamente. Mi instinto me decía que esto no iba a acabar bien. Efectivamente, poco después de abrirse el semáforo, el conductor cambia bruscamente de carril a la derecha, obligándome a frenar en seco y acelera a toda prisa. Me paro un momento en el arcén sorprendido por lo que acaba de ocurrir. Hasta el conductor de atrás, testigo de toda la escena, se para a mi lado para ver si estoy bien.
Normalmente, en este tipo de situaciones, uno busca explicar la causa de semejante conducta: ¿Drogas o alcohol previas al partido que hayan alterado la conciencia del infractor? ¿O plena intencionalidad? Sea lo que sea, da que pensar como acontecimientos completamente ajenos al control de uno mismo pueden dar que pensar. Quizá sirva también para agradecer de estar sano y salvo y pasar más días con los tuyos, pero si que pienso en una frase que suele decir mi tía: “No seas pieza al volante y no le arruines el día a alguien”.
Damn, vaya putada lo que comentas al final. Sabias palabras las de tu tía al respecto. Por lo demás, ánimo con lo malo y que haya mucho más tiempo de disfrutar lo bueno.